Resolución Viceministerial N° 200-2020-MTC/03 28/02/20

DAR O NO DAR

Hace algunos años atrás, viajé a Filipinas y presencié cosas que nunca olvidaré, pero un evento en particular, me llevó a reflexionar profundamente…

Cuando mi esposa y yo nos dirigíamos a la calle después de comer en un restaurante, dos niños, no mayores de nueve o diez años, vieron que necesitábamos un taxi. Al ver que éramos “occidentales”, procedieron a llamar un taxi, con la intención de recibir una “propina” por sus esfuerzos.

Después de unos minutos, lograron llamar la atención de un taxista y luego se acercaron a nosotros con la esperanza de que les diéramos propina. Solo tenía dólares australianos en ese momento y no estaba seguro de si eso sería de algún valor para ellos. Una de las damas de nuestra compañía me había dicho que ellos podían cambiar los dólares australianos en una casa de cambio, así que, muy contento, miré dentro de mi billetera y saqué un billete de $ 20 y un billete de $ 10, y los repartí entre los dos niños.

Sin embargo, justo cuando estaba a punto de subir al taxi, también vinieron varios de sus amigos. Parecían tan necesitados como los dos chicos a quienes les habíamos dado dinero. Tuve que tomar una decisión rápida: ¿debería darles más dinero o no? Inicialmente me resistí y rápidamente me subí al taxi para evitar una situación incómoda. Sin embargo, mientras tomaba asiento y miraba hacia el frente, no podía ignorar a uno de los muchachos que estaba tocando la ventanilla del taxi y diciendo: “Por favor, señor, ¿me puede dar algo de dinero?” Aún sin saber qué hacer, las continuas súplicas del joven y los golpes desesperados en la ventanilla del taxi finalmente desaparecieron en el tráfico de Manila mientras nos alejábamos.

Después de reflexionar, me pregunté: “¿Debí haberle dado dinero a ese chico?” Suponiendo que sus súplicas fueran genuinas, darle un par de dólares no habría tenido ninguna consecuencia negativa para mí, pero habría hecho una diferencia para él, al menos temporalmente. Sé que Dios nos anima a ser generosos (Isaías 32:8Proverbios 22:9) y, en retrospectiva, creo que es mejor dar “en exceso” que dar escasamente.

Sin embargo, surge también otro pensamiento persistente: aún si le hubiese dado dinero a ese chico, ¿qué hubiese pasado con los otros muchachos que estaban con él? ¿No estaría obligado a darles también? Luego pensé en los millones de personas pobres en las Filipinas y en todo el mundo que tienen que recurrir a la mendicidad para poder sobrevivir y me pregunté: “¿Qué puedo hacer para ayudar a estas personas? “.

Aunque darle dinero ayudaría temporalmente a los pobres, sé que el dinero por sí solo no cambiará al mundo. La falta de dinero no es la única razón por la que las personas son pobres. Existe una cuestión más importante, y es que este mundo, en su totalidad, está desobedeciendo a Dios (Romanos 3:231 Juan 5:19).

Por lo tanto, la solución a la pobreza mundial solo se resolverá cuando el mundo comience a obedecer a Dios, lo que ocurrirá poco después de que Jesucristo regrese y establezca Sus caminos y justas leyes en la Tierra (Isaías 2:2–4). Por lo tanto, la manera más efeciente de ayudar a los pobres a largo plazo, es participar en la predicación del Evangelio del Reino de Dios a este mundo en caos. El Reino de Dios será justo y equitativo y hará que la pobreza se convierta en un recuerdo del pasado (Isaías 41: 17–20).

Aunque siempre debemos esforzarnos por ser dadivosos, también, si Dios nos está llamando, debemos ser parte de su obra y apoyar activamente a la Iglesia que Dios está usando para predicar su mensaje de advertencia.

Para saber dónde está trabajando Dios en este momento y cómo puede ser parte de esa Obra, lea nuestro folleto ¿Dónde está la verdadera Iglesia de Dios hoy? El conocimiento tiene el potencial de cambiar su vida; ¿Por qué no dedicar unos cuantos minutos para leerlo?

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