Resolución Viceministerial N° 200-2020-MTC/03 28/02/20

¿QUÉ ES LA OBRA DE DIOS?

¿Qué debe estar haciendo la Iglesia? ¿Es suficiente creer las doctrinas correctas? O, ¿hay algo que los cristianos verdaderos deben estar haciendo como resultado de su fe? Entre tanta confusión religiosa, ¡la Biblia tiene la respuesta!

Millones de protestantes evangélicos e incluso muchas personas de los diversos grupos de la Iglesia de Dios, manifiestan una creciente confusión respecto de la pregunta: “¿Qué es la obra de Dios?” En una época cada vez más secular, imbuida de un espíritu voluntarioso y rebelde contra la autoridad, muchos están adoptando una actitud de “cada cual a su manera”, que es contraria a lo que estableció Jesucristo tan claramente. Esto es antibíblico ¡y puede ser peligroso!

¿Por qué?

La Palabrainspirada de Dios revela claramente que nuestro Creador desea que los suyos trabajen juntos como un “cuerpo” (1 Corintios 12:12-28). En ese “cuerpo”, dirigido por Cristo por medio del Espíritu Santo, coloca a unos como apóstoles, a otros como profetas y como maestros (v. 28). La Palabra de Dios nos dice, por medio del apóstol Pablo, que Cristo “mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la Cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:11-15).

Notemos que estos dones y deberes se dieron para “la obra del ministerio” y que esta obra traería “unidad” a la Iglesia, de modo que los que tienen menos conocimientos no sean “llevados por doquiera de todo viento de doctrina”. Amigos, no se puede tener un “ministerio” si la Iglesia no está “ministrando” a su pueblo. Dios ha ordenado pastores y maestros y otros “para la obra del ministerio”. Los necios pensarán que pueden decidir por sí mismos que “serán ministros”, pero el camino de Dios es claro; Él decide, por medio de sus siervos humanos establecidos, quiénes serán elegidos para las funciones de servicio en el cumplimiento de su obra. Recordemos que “Dios no es Dios de confusión (1 Corintios 14:33).

¡Escuchen!

Si la Palabra inspirada de Dios no significa nada para usted, entonces ¡haga las cosas a su manera! Pero si usted tiene el auténtico “temor de Dios”, que es un profundo respeto por el Dios verdadero y su Palabra, entonces continúe leyendo con mente y corazón abiertos.

LAS INSTRUCCIONES DE DIOS

Jesucristo dio este mandato a sus seguidores: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15-16). Sin embargo, ¿cuántos creen que están haciendo la obra de Dios porque hablan con uno o dos vecinos? ¿Y qué de aquellos que ni siquiera hacen un intento serio por predicar el verdadero evangelio? ¿Cree usted sinceramente que el mandato de Cristo lo pueden cumplir personas buenas con el simple hecho de hablar con otros o de dar un buen ejemplo y ser una “luz”?

¿Es eso lo que hizo Jesucristo?

¡De ninguna manera!

Jesucristo predicaba constantemente ante multitudes. Las Sagradas Escrituras describen una ocasión cuando alimentó por medios sobrenaturales a 5.000 varones, además de las mujeres y los niños que habían estado escuchando sus enseñanzas inspiradas (Mateo 14:14-21). Jesús no se quedó en casa actuando como buen vecino ¡sino que se dedicó a su ministerio de tiempo completo, predicando el evangelio al mayor número posible de personas! En una época anterior a la radio y la televisión, esto implicaba andar a pie ¡por todos los campos de Judea! Este fue su ejemplo para nosotros. Personalmente capacitó a los doce apóstoles, y al menos a “otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de Él a toda ciudad y lugar adonde Él había de ir” (Lucas 10:1). Luego les dijo a sus seguidores que oraran pidiendo que Dios llamara a más ministros para hacer la obra (v. 2).

Más tarde el apóstol Pablo, con sus seguidores, viajó por todo el Imperio Romano predicando y enseñando acerca de Jesucristo y su mensaje del venidero Reino de Dios (Hechos 8:1228:31). Visitó incontables sinagogas y aprovechó cada oportunidad para predicar a grupos grandes de personas, haciendo su parte para que “todas las naciones” escucharan su poderoso testimonio sobre el venidero Reino de Dios y el mensaje divino del perdón por medio de Jesucristo (Mateo 24:14).

EL AMOR ES “DAR EL TODO”

El ejemplo inspirado de Jesucristo y de sus apóstoles indica claramente que, si hubieran podido, seguramente habrían aprovechado la oportunidad de utilizar las tecnologías modernas de la radio, la televisión y la internet para predicar el evangelio a todas las naciones. Hoy, si realmente amamos a los demás seres humanos y queremos llegar a ellos con la verdad de Dios, ciertamente daremos “el todo” con el fin de aprovechar los instrumentos modernos que están a nuestro alcance para predicar el mensaje divino ¡a todas las naciones de la Tierra!

¡Pensemos! Estamos a poco tiempo de la “gran tribulación”, que Jesucristo describió como el período más severo de pruebas, dificultades, penas, muerte y destrucción en toda la historia humana (Mateo 24:21-22). ¿Cree usted que Cristo desea que sus verdaderos siervos se limiten a hacer pequeños grupos caseros de estudio bíblico en vez de predicar el evangelio al mundo entero dentro de sus máximas posibilidades, y así dar la oportunidad a miles de millones de seres humanos confundidos que tengan al menos un testimonio del futuro Reino de Dios para advertirles de su destino?

En el libro de los Proverbios, la Palabra de Dios nos instruye: “Libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, Él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras” (Proverbios 24:11-12).

¡Sí! Dios Todopoderoso juzgará a cada individuo “según sus obras”. Hoy, la única manera realmente eficaz de llegar con la verdad de Dios a los siete mil millones de seres humanos en la Tierra, es mediante la radio, la televisión, la internet y la palabra impresa. Los verdaderos cristianos en todo el mundo querrán, naturalmente, cumplir la orden de Cristo en el sentido de predicar el evangelio a todo el mundo. No les satisfará el hecho de sentarse “solos”, separados de la obra que está enseñando la verdad de la Biblia y dando “el todo por el todo” para difundir esa verdad en todo el mundo como testimonio. Los lectores de El Mundo de Mañana reconocen que en esta revista estamos enseñando esa verdad, como lo hacemos en nuestro programa radial El Mundo de Mañana y en nuestro sitio en la red: www.mundodemanana.org.

Ciertamente, la “obra” de Dios tiene también otros aspectos. Cristo manda a sus seguidores que sean una “luz” para el mundo (Mateo 5:14-16). Nuestro hablar debe estar “sazonado con sal” para que nuestras palabras ayuden a llegar a otros a la verdad (Colosenses 4:6). El apóstol Pedro nos dijo: “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).

Pero toda persona pensante se daría cuenta de que, si bien estos actos personales son buenos y útiles, no llegan ni con mucho a lograr la “obra” de predicar el mensaje de Cristo a los miles de millones de seres confundidos en toda la Tierra. Los miles de millones de seres que habitan la Tierra necesitan por lo menos un “testimonio” del verdadero evangelio sobre la venida del Reino de Dios (Mateo 24:14). ¡Los que estamos en esta obra sabemos que debemos pasar por las “puertas” que Cristo abre con el propósito de llegar a los miles de millones a quienes el evangelismo personal no logra alcanzar!

No es que los pequeños grupos de “estudio bíblico en el hogar” estén prohibidos. Los estudios bíblicos hogareños pueden ser muy útiles. Sin embargo, en mis 58 años de ministerio a tiempo completo con Cristo, he encontrado que muchos de estos pequeños grupos a veces están dirigidos o dominados por individuos que se han nombrado a sí mismos, sin entrenamiento y a menudo carentes de equilibrio, que tienen ideas y teorías extrañas e incluso directamente antibíblicas. Y no es de extrañar, porque si los líderes no están conectados con la verdadera obra de Dios, no han sido entrenados y no desean voluntariamente sujetarse a un auténtico ministro ordenado por Dios, que enseñe toda la verdad.

Pablo fue inspirado a exhortar al evangelista Tito y le recordó que el verdadero líder cristiano es “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen. Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene” (Tito 1:9-11). Por tanto, Dios prepara a los verdaderos ministros, así como Jesús preparó a sus discípulos durante tres años y medio. El apóstol Pablo también instruyó a jóvenes como Timoteo (Hechos 16:1-5), Tito y otros. Trabajó con ellos, viajó con ellos, los guió y los preparó para que le ayudaran a llevar el evangelio al Imperio Romano hasta donde fuera posible. Este es el patrón de Dios. El Reino de Dios será organizado y es vital que todos aprendamos a someternos a la autoridad y a trabajar “en equipo”, ¡tal como tendremos que hacerlo por toda la eternidad!

¡EL GOBIERNO DE DIOS ESTÁ ORGANIZADO!

Aunque se nieguen a reconocerlo, quienes se oponen a hacer una obra realmente importante de predicación al mundo, son individuos egoístas, introvertidos o “independientes” ¡que no aceptan que alguien les diga qué hacer! Muchos se niegan a someterse a la autoridad, quizá porque tales autoridades en el pasado los han herido. Estas personas ni siquiera están dispuestas a someterse a los líderes que actúan con justicia en la verdadera Iglesia. No quieren cumplir un papel humilde como parte del “equipo” organizado, ¡el “Cuerpo de Cristo” en esta era! Pero la Biblia revela claramente que todo ser humano que pretenda estar en el Reino venidero de Dios, en su gobierno sobre la Tierra, ¡tiene que estar dispuesto a someterse a otros dentro del Cuerpo de Cristo! ¡Con esto en mente todos debemos estudiar 1 Corintios 6:1-6!

Nótese cómo el apóstol Pablo le mandó al evangelista Tito que estableciera “ancianos en cada ciudad” y luego indicó las cualidades de esos ancianos (Tito 1:1-9). Explicó que los ancianos deben ser capaces de “tapar la boca” a los líderes confundidos y “contumaces” ¡que solamente quieren salirse con la suya! (vs. 10-11).

El Cuerpo de Cristo debe estar organizado y sus líderes necesitan autoridad real a fin de mantener el orden y la unidad de propósito. Todos los cristianos verdaderos deben estar dispuestos a recibir corrección y someterse a la autoridad. Las instrucciones inspiradas por Dios en el libro de los Proverbios nos reiteran este principio. Obsérvese Proverbios 12:1: “El que ama la instrucción ama la sabiduría; mas el que aborrece la reprensión es ignorante”. Ahora leamos Proverbios 13:18: “Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo; mas el que guarda la corrección recibirá honra”.

À todos nos conviene leer atentamente y meditar en Proverbios 15:31-33: “El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará. El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento. El temor del Eterno es enseñanza de sabiduría; y a la honra precede la humildad”.

Notemos que “a la honra precede la humildad“. El que desee ser rey o sacerdote en el futuro Reino de Cristo (Apocalipsis 5:9-10) debe humillarse, debe estar dispuesto a aprender y debe estar dispuesto a someterse a los líderes que Jesucristo establezca en su Iglesia verdadera. De lo contrario, ¿cómo puede confiar Cristo en que será obediente y leal a Él por toda la eternidad?

SAMUEL Y SAÚL

Lea de nuevo la historia de Samuel y Saúl en 1 Samuel 15:1-23. Aquí, Dios se valió de su siervo humano, Samuel, para decirle al rey Saúl de Israel lo que debía hacer. Pero Saúl pretendió “salirse con la suya” y desvirtuar lo que Dios había ordenado. No destruyó a todos los enemigos ni a los animales de los amalecitas como Dios lo había ordenado claramente por medio de Samuel. Entonces Dios inspiró a este último para que declarara: “Como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra del Eterno, Él también te ha desechado para que no seas rey” (1 Samuel 15:23).

Los siguientes capítulos de 1 Samuel muestran que Dios hizo valer su orden quitando a Saúl del trono de Israel. El gran Dios también nos ordena que hagamos las cosas como Él mandasin valernos de razonamientos para desvirtuar o evadir de algún modo las instrucciones directas dadas en su Palabra inspirada.

Dios está formando una Familia de hijos e hijas nacidos del Espíritu, quienes habrán demostrado mediante una vida de obediencia a Dios y a su gobierno, que están dispuestos a someterse a Él, aun cuando ese gobierno sea administrado por medio de seres humanos. Habrán aprendido a cooperar como parte de un “equipo” y estarán dispuestos a cooperar por toda la eternidad. Esta es la clase de individuo realmente entregado que pronto estará gobernando sobre todo el mundo bajo Jesucristo en su Reino.

No seamos, pues, egoístas ni pensemos solo en nosotros. Aprendamos a colaborar en la obra de Dios, tal como Él manda. Aprendamos a hacerlo con amor y unidad ahora mismo, como preparación para cumplir nuestra parte en el futuro gobierno de Cristo. ¡Esta es una parte vital de nuestra preparación cristiana!

En Efesios 4:1-5 Dios le dice a su pueblo que se esfuerce por conservar la unidad del “Espíritu” y dice que hay “un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo” (vs. 4-5). Querido lector, ¡usted necesita comprobar que es parte de ese cuerpo único de cristianos verdaderos, quienes están esforzándose fielmente por cumplir los mandamientos de Dios y hacer su obra!

LÍDERES ORDENADOS POR DIOS

Dios Todopoderoso nos dice que Él coloca a loa auténticos líderes en su Iglesia, dándoles funciones de apóstol, evangelista o pastor. Pero, ¿por qué? “Para la obra del ministerio” y para traer unidad al Cuerpo de Cristo. Francamente, sin líderes colocados por Dios entre su pueblo, la capacidad de hacer una “obra” poderosa, de predicar su mensaje a “todas las naciones”, ¡sería imposible!

Dios nos advierte: “Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis” (Habacuc 1:5). Dios está valiéndose de esta misma obra, encabezada por el programa El Mundo de Mañana y esta revista, como parte importante de la predicación en los tiempos del fin, de su mensaje sobre el venidero gobierno de Dios basado en sus leyes y para advertir a su pueblo de la gran tribulación que vendrá.

Como verdadero ministro de Jesucristo, y en unión de otros ministros que son parte de esta obra, tengo la absoluta responsabilidad de enseñar toda la verdad de Dios, a fin de ayudar a preparar a su pueblo para que sea parte del equipo con el que el Cristo viviente podrá contar como miembros de su gobierno en el mundo de mañana. ¿Escuchará usted a Dios? ¿Se unirá a nosotros como parte de esta obra vital?

“Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el Cielo y en la Tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:18-20).

Hay quienes se refieren a este famoso pasaje del Evangelio de Mateo como “la gran comisión. La idea se repite en el Evangelio de Marcos, donde leemos: “Les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

En medio de tanta confusión religiosa en nuestro mundo actual, estas palabras, tan sencillas como poderosas, nos ayudan a entender la obra de Dios y a reconocer si somos o no parte de su Iglesia verdadera; la que está cumpliendo fielmente el doble deber de predicar el verdadero evangelio y de atender a los creyentes que Dios llama como resultado de esa predicación.

Primero, consideremos: ¿Qué es predicar el evangelio? Recordemos que el evangelio o “buena noticia” es el mensaje de Cristo sobre el venidero Reino de Dios. Ese Reino no es un sentimiento abstracto en el corazón del creyente sino un gobierno real que traerá paz al planeta Tierra, y que será encabezado por un verdadero Rey: Jesucristo.

Muchas iglesias dicen que Jesús es “Rey”, pero no enseñan la verdad sobre su gobierno en la Tierra. Si una iglesia predica un mensaje sobre el Mensajero y distorsiona o desatiende el mensaje que este trae sobre el Reino de Dios venidero, entonces no está cumpliendo la gran comisión.

Luego, debemos notar que Cristo le encomendó a su Iglesia la tarea de enseñar a los nuevos discípulos que “guarden todas las cosas que os he mandado”. No dijo: “Dejen por fuera algunas órdenes mías que dejarán de tener validez dentro de 50 o 100 años”. No dijo: “Reemplacen mis mandamientos por sus propios y diferentes mandatos”. Si una iglesia no enseña a sus miembros a guardar los mandatos de Cristo, no está cumpliendo la gran comisión, no está llevando a cabo la obra de Dios y no es la verdadera Iglesia de Dios.

Piense en su propia Iglesia. ¿Está yendo “a todo el mundo” con la predicación sobre el Reino de Dios? Eso fue lo que Cristo ordenó a su Iglesia. La Biblia nos muestra cómo se logró esto. No que los cristianos como individuos se sintieran inspirados a convertirse en “predicadores”, “ministros” o “evangelistas”; sino que los líderes que ya había en la Iglesia los escogían y ordenaban y los enviaban a cumplir determinadas tareas (Lucas 10:1). La Iglesia de Dios es organizada (Efesios 4:11).

Por eso, si una iglesia es encabezada por alguien que “se ordenó a sí mismo”, podemos estar seguros de que no es la verdadera Iglesia de Dios y que no está cumpliendo la gran comisión. Ahora bien, si un pastor es ordenado de modo válido, eso no es suficiente. ¿Acaso significa que su iglesia está yendo “a todo el mundo” a predicar el evangelio? Hay incontables “ministerios” que abren un sitio en internet o reparten hojas volantes en su comunidad pensando que esto satisface la obligación de ir “a todo el mundo”. Pero si bien Dios nos dice que su Iglesia es una “manada pequeña” (Lucas 12:32), también ha prometido que las fuerzas del mundo de Satanás no prevalecerán contra ella. Si una iglesia no está dedicando recursos sustanciales a la predicación del evangelio verdadero por el mundo, entonces no está cumpliendo la gran comisión y les aseguro que no es la Iglesia de Dios verdadera.

Ahora bien, si una iglesia está predicando el evangelio a todo el mundo, hay otra prueba que usted puede aplicar. ¿Cuál es la finalidad de predicar el evangelio al mundo? Veamos: “Será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). El evangelio no se debe predicar como una cruzada para “ganar almas”, sino como un testimonio a un mundo que, en su mayor parte, ¡rechazará el mensaje! Dios no está empeñado en “salvar al mundo” en la era actual, como lo creen erradamente la mayoría de las iglesias que se consideran cristianas. Cierto es que Dios llamará a pocos, relativamente, a la salvación en esta era y estos serán sus “primeros frutos”, pero el interés central de la gran comisión es el mensaje de advertencia.

La verdad de Dios, tal como se revela en la Biblia, la ven claramente los que Él llama; mientras que la mayor parte del mundo permanece ciega. Los que están enceguecidos no pueden hacer otra cosa que “buscar” la “iglesia que les parezca bien”. En cambio, cuando Dios abre los ojos de la persona, esta ve dónde se está predicando la verdad y desea ser parte de ella, ayudando a cumplir la gran comisión que Jesús dio a sus discípulos.

– William Bowmer

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