Resolución Viceministerial N° 200-2020-MTC/03 28/02/20

EL CORONAVIRUS ATERRA, PERO DIOS ES NUESTRO REFUGIO

La pandemia de la COVID-19 (coronavirus) ha infectado a miles de personas y ha puesto un alto sin precedentes en la “vida cotidiana”. Todos estamos preocupados por nuestra salud y la de nuestros amigos, familiares y otras personas. Y más allá de las preocupaciones de salud, muchos se angustian pensando “¿Perderé mi trabajo debido a los cierres por la pandemia? ¿Colapsarán los sistemas financieros u otros servicios vitales de la sociedad, o incluso la producción y distribución de alimentos? ¿Podría desencadenarse otra Gran Recesión o depresión? 

Nadie conoce las respuestas en este momento. Pero ¿cómo debemos reaccionar ante el caos? Gracias a Dios, como cristianos, tenemos un lugar a donde acudir. Tenemos un refugio disponible durante esta tormenta.

La Biblia nos enseña un importante principio. Dios nos dice que podemos acudir a Él en busca de ayuda en cualquier momento, pero especialmente en tiempos difíciles y aterradores como estos. Por ejemplo, en el Salmo 119:114, el salmista escribió: “Mi escondedero y mi escudo eres tú; en tu palabra he esperado”. Leímos que Dios es nuestro escondite o refugio, pero ¿qué significa esto exactamente?

Un refugio brinda protección. En tiempos de guerra, enfermedad u otros peligros, la gente busca esconderse de cualquier manera posible. Incluso David, cuando huía del rey Saúl, pasó mucho tiempo escondiéndose porque buscaba protección física. Estaba en gran peligro de ser asesinado, y buscó refugio. El propósito de un refugio es proporcionar protección contra el peligro o el daño; y como lo muestra el ejemplo del Rey David, hay un tiempo para “esconderse” y para tomar precauciones (Proverbios 22:3Proverbios 27:12).

¿Cómo se aplica esto en nuestra vida, y cómo se aplica a Dios? En primer lugar, Dios nos brinda protección física. En el Salmo 144:2, leemos cómo el salmista describe a Dios: “Misericordia mía y mi castillo, fortaleza mía y mi libertador, escudo mío, en quien he confiado; el que sujeta a mi pueblo debajo de mí”. Este versículo muestra por medio de varias metáforas, que Dios es nuestro protector. Estas palabras consuelan las mentes y los corazones de aquellos que confían en Dios:  Fortaleza mía, mi libertador, escudo mío, refugio y escondite. Esto nos recuerda el hecho de que Dios promete protegernos y que Su protección se aplica a enfermedades, hambre, violencia y a otros peligros.

Mientras el coronavirus se propaga y aterroriza al mundo entero, debemos tomar precauciones físicas. La Biblia nos da muchas leyes de salud que son importantes para lidiar con el coronavirus, incluido el principio de la cuarentena (Levítico 13:446). También debemos pedirle sinceramente a Dios protección contra el virus y contra otros efectos duraderos que el virus pueda causar. Podemos leer en las escrituras que Él es nuestro refugio y reconfortarnos en esa verdad. También debemos agradecerle a Dios por la protección que nos ha brindado en nuestras vidas.

El hecho de que Dios es nuestro refugio tiene un significado aún mayor. Sí, Dios es nuestro refugio y protección en esta vida física, pero aún vivimos en el mundo de Satanás (Lucas 4:6Juan 14:30).  En primer lugar, Dios no nos promete que nunca experimentaremos dificultades en esta vida, Dios protege a su pueblo físicamente, pero también permite pruebas y dificultades en nuestras vidas. En Hechos 14:22, la Biblia dice que a través de muchas tribulaciones entraremos en el reino de Dios. Las pruebas nos ayudan a construir carácter y fe. En segundo lugar, Dios es también nuestro refugio espiritual. Dios tiene un plan a largo plazo. Él quiere protegernos físicamente, pero también quiere que obtengamos la vida eterna (Juan 3:16). Podemos estar seguros de que Dios cumple sus promesas y de que cuando lleguen las pruebas, estas no serán más de lo que podamos soportar.

Una frase que gira en torno a las conversaciones y las noticias es: “Nunca he visto algo así”. La Biblia dice que el sufrimiento extremo ocurrirá en forma de pestilencia, guerras, hambre y otros desastres antes del regreso de Jesucristo (Mateo 24). A medida que el miedo y las perturbaciones masivas se multiplican, los cristianos deben correr, no físicamente, sino espiritualmente. Debemos correr a nuestro refugio y sinceramente pedirle a Dios protección física y espiritual, y que Su Reino venga pronto. Ese Reino, donde Jesucristo será el Rey y Sanador, será un lugar de protección total donde las lágrimas, el dolor, el peligro y la muerte serán completamente reemplazados por la salud, la alegría, la seguridad y la vida (Apocalipsis 21:4).

En tiempos difíciles como estos, es muy importante que nos acerquemos a Dios. Si desea leer más sobre como buscar a Dios en oración, lo invitamos a leer nuestro folleto gratuito Como orar para que Dios responda – 12 Claves

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